Andrés Soria Olmedo / Una exposición y
un festival:
Back Tomorrow/Volveré mañana: Federico García Lorca, Poeta en Nueva York

Entre el 5 de abril y el 20 de julio de 2013 la sala Sue and Edgar Wachenheim III del edificio central de la New York Public Library (Stephen A. Schwarzman Building), situado en la Quinta Avenida con la calle 42 ha albergado la exposición Back Tomorrow. Federico García Lorca Poet in New York. La han visitado 37 955 personas y ha sido la primera vez que la NYPL mostraba la obra de un autor de lengua española desde su fundación en 1912.

Comisariada por Christopher Maurer y quien esto escribe, en ella se ha evocado el año de estancia del poeta en América (1929-30, nueve meses en Nueva York, más tres en Cuba). En Nueva York y no en París —lugar de la vanguardia previsible—, con el decisivo resultado que conocemos: un modo nuevo de ver la poesía, el teatro y el papel social del artista. Junto a El público y el guión cinematográfico Viaje a la luna, el núcleo de su actividad fue la redacción de Poeta en Nueva York, un grito de protesta contra la intolerancia racial y social de «esta Babilonia trepidante y enloquecedora» y una meditación trágica y radical sobre la identidad. Tras ir publicando algunos poemas en revistas y antologías, preludiar la estructura del libro en una conferencia-recital que fue dando desde 1932 y barajar varias posibilidades, en julio de 1936 se decidió a organizar el libro y dejarlo en la oficina de su amigo José Bergamín, director de la revista Cruz y Raya y editor de Llanto por Ignacio Sánchez Megías y Bodas de sangre. No estaba y dejó una nota: «creo que volveré mañana», probablemente para discutir los detalles finales. Como se sabe no volvió. Unas semanas después estalló la guerra civil y Lorca fue asesinado brutalmente por elementos fascistas en Granada, y su cuerpo arrojado a una fosa común. El libro apareció póstumo en 1940, pero el manuscrito desapareció y estuvo perdido durante décadas para los investigadores (1), hasta llegar a manos de la Fundación Federico García Lorca, que propició la exposición junto a otras instituciones y personas (2).

Manuscritos, impresos, fotos y objetos se repartieron en once secciones: la primera («New York me parece horrible, pero por eso mismo me voy allí») resumía la situación de crisis poética —críticas de Dalí— y sentimental —ruptura con Emilio Aladrén— que dio lugar al viaje bajo la égida de su antiguo profesor Fernando de los Ríos, quien prometió a sus padres matricularlo en clases de inglés en Columbia University. Era el primer viaje al extranjero que hacía Lorca y el choque con la ciudad fue intenso y múltiple. Una de las impresiones más penetrantes fue un viaje a Coney Island con motivo de la fiesta nacional del Cuatro de Julio. De aquel primer encuentro con una enorme masa urbana —aquel fin de semana fueron a la playa más de un millón de personas — quedó la descripción asombrada de una carta a la familia y la transformación poética en una pesadilla: «Paisaje de la multitud que vomita».

«Agosto en el Edén» ilustró la temporada de Lorca en el Lago Eden (Vermont), invitado por su amigo el poeta Philip Cummings, del modo más sintético: exponiendo una carta a sus hermanas escrita en una corteza de abedul.

La tercera sección llevaba un título de Walt Whitman «También recorrí las calles de la isla de Manhattan» y aporta una selección de los poetas que se encontraron con la multitud neoyorkina antes que él. De los fondos de la NYPL salieron un manuscrito de Whitman, una hoja de The Waste Land de T. S. Eliot en la edición ­corregida por Ezra Pound y The Bridge de Hart Crane, con la hermosa foto de Walker Evans, para sumarse al Diario de un poeta recién casado de Juan Ramón Jiménez y la impresión mexicana de la Oda a Walt Whit-
man.

«En la Universidad de Columbia: Spaghettis y shishpil» (es decir, «sex appeal», para ejemplificar su escaso dominio del inglés) reunía documentos relativos a su estancia en la residencia universitaria John Jay Hall y fotos de sus amistades (el profesor de Columbia Ángel de Río, la mexicana María Antonieta Rivas, de trágico destino).

«En busca del duende» daba cuenta del trabajo estético, ya centrado en la inspiración más que en la imaginación, en una poesía «de abrirse las venas», en teorizar sobre el duende —misteriosa fuerza creativa capaz de hacer que los poemas se comprendan «con la misma velocidad de la voz»— y en absorber todo lo posible del teatro y la música nueva. Ahí se puso una hoja del texto de Viaje a la luna, y también la guitarra que tantas puertas le abrió en Nueva York.

«Donde el sueño tropezaba con su realidad» se centra en las semanas de septiembre que pasó en Shandaken (estado de Nueva York) en una granja que alquilaba su amigo Ángel del Río. Las fotos de los hijos del granjero, Helen y Stanton, de quien el poeta se hizo amigo, contrastan con el triste fin que se inventó para ellos en sendos poemas, «Niña ahogada en un pozo» y «El niño Stanton», cuyos manuscritos se expusieron.

En Harlem hay «vaho humano y gritos infantiles», concedía Federico en su conferencia. La sección buscaba presentar lo rápidamente que descubrió la efervescencia cultural del «Renacimiento de Harlem» como el prejuicio estadounidense hacia los negros. La amistad con la novelista afroamericana (o afroamericanodanesa) Nella Larsen, el entusiasmo por los espirituales negros y por la «revista musical negra» y las visitas a clubes nocturnos como Small’s Paradise, donde quizá pudo oír a Duke Ellington, lo llevó a componer dos poemas: «Norma y paraíso de los negros», que trata de definir la estética afroamericana, y «Oda al rey de Harlem», un grito de aliento y solidaridad. Ambos se exponían.

«¡Ay, Wall Street!»: Lorca estuvo en Wall Street el Jueves Negro (24 de octubre de 1929) y vio «el último crack en que se perdieron varios billones de dólares, un verdadero tumulto de dinero muerto que se precipitaba al mar». Una máscara africana de los fondos de la NYPL se enfrentaba con el texto del poema «Danza de la muerte».

«Buscadme en Cuba...»: En marzo de 1930 Lorca se marchó a Cuba, donde pasó tres meses felices e intensos, dando conferencias, viendo gente, saliendo, oyendo música. En la exposición este apartado fue cubierto por una breve presentación visual.

En cambio, en la sección «Volveré mañana»: la creación de Poeta en Nueva York» se desplegaban algunos de los papeles que debieron estar debajo de la nota de julio de 1936, con su membrete de Cruz y Raya: «Querido Pepe: He estado a verte. Creo que volveré mañana»: es decir, el manuscrito de Poeta en Nueva York dividido en capítulos y mecanografiado, aunque incompleto, y se trazaba su camino de guerra y exilio hasta las ediciones póstumas (1940) de México (Séneca) y Nueva York (Norton) .

«Dibujos de un poeta» (el elogio que da título a la sección es de Joan Miró), por último, era una sección muy importante porque se exponía por primera vez el ciclo de los dibujos neoyorkinos de Lorca casi en su totalidad. Entre ellos destaca una serie de autorretratos donde el rostro estilizado aparece cercado por la figura de una bestia inspirada en los Beatos medievales que ilustran el Apocalipsis. Otros comparten asunto con los poemas: la crueldad de Wall Street, la sangre derramada y el martirio (como los de santa Rodegunda).

En total se mostraron unas sesenta y cinco piezas. Lo reducido de la sala, aunque favoreció la intensidad y lo memorable de la exposición obligó a concentrar el relato en la propia ciudad de Nueva York, de modo que la muestra Lorca in Vermont (16 de abril-30 de mayo) en The Graduate Center, The City University of New York, al cuidado de Patricia Billingsley y Christopher Maurer, con material reproducido, se concentró en los días de agosto de 1929 que pasó el poeta en el estado de Vermont con su amigo Philip Cummings, mientras que una presentación de imágenes y texto (3) cubrió la estancia de Lorca en Cuba (4).

Paralelamente, durante toda la primavera y comienzos del verano de 2013 se desplegó lo que se ha considerado como el festival más amplio que Estados Unidos ha dedicado al poeta (5), con un extenso y variado conjunto de actos, a la vista del cual puede concluirse que la idea de Walter Benjamin de la traducción como despliegue histórico de la vida de los textos — recordada con tino por Mónica de la Torre— se ha abierto paso de muchas maneras como elemento primordial. Si el título de la exposición era Back Tomorrow, el festival hubiera podido llamarse como el libro de Jack Spicer, After Lorca, en el doble sentido de «después de Lorca» y «según Lorca».

Apenas hay espacio para resumir los más directamente académicos (6) Gonzalo Sobejano (Murcia, 1928) profesor emérito de Columbia University, evocó su «Memoria de Lorca. A través de mis años en la Universidad de Columbia». Entre sabio intérprete de la obra lorquiana y testigo excepcional de tiempos y personas, fue desgranando sus recuerdos del poeta a través del tiempo, hasta llegar a Columbia en 1963, donde fue compañero y amigo de Francisco García Lorca. Retrató con eficacia el mundo intelectual español en Nueva York, mezcla de emigrados y exiliados republicanos, y fue glosando lecturas y comentarios críticos de un poeta en quien veía «el prodigio del niño que nunca envejece y juega eternamente a la belleza, a la bondad, a la verdad del arte, por encima de la mísera escoria de unos malhechores».

En el coloquio «American Lorca», organizado por Jo Labanyi, directora del King Juan Carlos I of Spain Center de New York University, Antonio Monegal partió de la alusión irónica de su título: «Sex in the City: Lorca’s Images of Desire» para desmarcarse de toda lectura biográfica, especialmente en lo relativo a la homosexualidad, donde se confunden los textos y la vida en perjuicio de ambos espacios. Desde el segundo Monegal prefiere usar la noción de deseo; en Lorca manifestar que el deseo está escondido forma parte de su dialecto; de ahí la presencia del adjetivo «oscuro», con sus matices: no solo equivalente a «amor homosexual» en sentido unívoco; recordaba Monegal que un presupuesto básico para la lectura de la poesía es que cuando un término tiene más de un significado los conserva todos. ¿Solo el amor es oscuro o lo es también la poesía? «Oscuro» vale también por pérdida, por ausencia, por ansia de lo imposible.

Paul Julian Smith se acercó al guion cinematográfico escrito por Lorca en Nueva York desde la perspectiva de la intermedialidad: al juntar imágenes, palabras y sonidos, Lorca (y con él Frederic Amat) renuncia a la utopía de la «Gesamtkunstwerk» a favor de la heterotopía —el lugar imposible— de la intermedialidad, una opción más radical donde imágenes, sonidos y palabras no son reductibles a lo discursivo.

Andrés Soria Olmedo buscó anclar la conferencia —recital a las ocasiones concretas en que se pronunció—, revisando las reseñas y la teatralidad interna cifrada en el contraste entre el relato de viajes y los complejos poemas que lo interrumpen.

Jonathan Mayhew planteó una addenda a su libro Apocryphal Lorca (7) con la revelación de que Billy Strayhorn había compuesto música para Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín en 1953 en clave de desplazamiento imaginario hacia lo europeo (más Debussy o Falla que jazz. El poeta Frank O´Hara acercaba el nombre de Lorca al de Rodolfo Valentino, al kitsch o al camp, y Robert Motherwell comenzaba la serie de las «Elegías a la II República» bautizándolas como «A las cinco de la tarde»). Los tres están en la frontera entre lo moderno y lo posmoderno. Pero el modelo, Lorca, jamás fue purista.

El 16 de abril, «Interpreting Lorca» combinó mesa redonda y performance en The City University of New York (CUNY). La intervención de Joan Jonas, pionera del videoarte y la performance, resultó un complejo ejercicio sobre los modos de traducir a Lorca, o dialogar con él, como hizo Jack Spicer en su día.

Ya en la mesa redonda, Christopher Maurer desplegó un abanico de matices y soluciones diferentes para traducir solo «verde que te quiero verde» (8), cada una con su justificación relativa, pues los traductores están condicionados por ideas previas sobre el poeta y el poema —pero el filólogo sabe que también hay variación en el original—; se detuvo en dos momentos de la historia de las traducciones de Poeta en Nueva York, una historia » «brutal», porque el libro no le gustó a sus traductores. En 1940 Rolfe Humphries, partidario de la España republicana en la Guerra Civil, no apreciaba la «surrealist stuff» del libro y le inquietaban los «homo impulses» que intuía en él. En torno a 1954, Francisco García Lorca tuvo que rechazar la propuesta de traducción de Roy Campbell, buen poeta pero abiertamente fascista, a quien además los versos de Poeta en Nueva York le parecían directamente «mefíticos». Al año siguiente Ben Belitt seguía estando incómodo con lo sexual del libro, y así se lo expresó al autor de prólogo, Ángel del Río («las fuentes de esta crisis sentimental [la que está detrás del poemario] son oscuras», terminó por escribir (9). Como se sabe, aquella traducción tuvo gran éxito y gran impacto sobre los poetas norteamericanos; no fue cosa suya, escribió, sino de Donald Allen (otro importante antólogo y crítico, director de la editorial New Directions), el que Lorca estuviera presente en «Howl» de Allen Ginsberg, el nuevo poeta en Nueva York.

La exposición de la autora teatral y traductora de Lorca Caridad Svich recorrió diferentes aspectos de la traducción —amor y traición, fidelidad y adulterio— subrayado la estrecha analogía con el acto de la escritura de las negociaciones propias de la traducción teatral, es­pecialmente cuando se trabaja desde la doble condición histórica de latina y norteamericana y en un paisaje teatral que desconoce la tradición ibérica y latinoamericana.

Eliot Weinberger rindió homenaje a Dai Wangshu (1905-1950), primer traductor de García Lorca a cualquier lengua, y presentó una apretada y jugosa cronología de la «Lorcamania» norteamericana: 1938, William Carlos Williams; 1940, Humphries; 1944, Edwin Honig, Kenneth Rexroth y Thomas Merton; 1946, el ballet de José Limón que montó Llanto por Ignacio Sánchez Mejías; 1949, Muriel Brukeyser (The Life of Poetry), que afrontó la relación del cante jondo el blues y nuestro poeta, abriendo camino para Amiri Baraka y otros; 1950, Robert Duncan («What is it you have come to tell me García Lorca? / Asleep in the tear staind moon you are / not poet, not lover, but one of the dead ones / wo inhabit the moon»); 1951, el romancero gitano por Langston Hughes (10); 1952, Robert Creely, que ya arma un «after Lorca»; 1955, The Selected Poems of Federico García Lorca editados por Francisco García Lorca y Donald M. Allen para New Directions, de la que se vendieron miles de ejemplares (a la vez Allen se convertía en el compilador de la antología más influyente de la poesía americana en aquellos años); 1955, la citada traducción de Belitt, «totally horrible and extremely influential» y el poema «A Supermarket in California» de Allen Ginsberg («And you, García Lorca, what are you doing down by the watermelons?»); 1957, After Lorca de Jack Spicer —sin duda la obra maestra del lorquismo norteamericano— con traducciones, paráfrasis y prólogo del propio Federico: «Frankly I was quite surprised when Mr. Spicer asked me to write an introduction to this volume. My reaction to the manuscript he sent me (and to the series of letters that are now a part of it) was and is fundamentally unsympathetic. It seems to me the waste of a considerable talent on something which is not worth doing. However, I have been removed from all contact with poetry for the last twenty years. The younger generation of poets may view with pleasure Mr. Spicer’s execution of what seems to me a difficult and unrewarding task». Parte de esa ingrata tarea (de Spicer, no de su modelo) es «Ballad of sleeping somewhere else», que Weinberger leyó como ejemplo de huella y de diferencia: «Five hundred miles away / The moon is a hatchet of silver // (When I saw you in the morning / My eyes were full of paper)».

Aún en 1957, Frank O´Hara («I´getting rather lorcaesque lately /and I don´t like it») y el comienzo de la serie pictórica de Motherwell (vid. supra), 1960 la fantástica música de Miles Davis (Flamenco Sketches) y John Coltrane (Olé Coltrane) que Weinberger recuerda ligada a los guitarristas Segovia, Carlos Montoya y Manitas de Plata (por ahí, a Joan Baez y Leonard Cohen). En los años sesenta, Rothenberg, Kelly, Robert Bly (interesado en la idea de la «deep image» o imagen honda y en la «leaping poetry» o el salto poético); en 1963, Duncan, Olson y Ginsberg hablaron en Vancouver sobre ángel musa y duende; en 1972, Robert Duncan volvió a sacar sus poemas con un ensayo excelente sobre Lorca como poeta gay. En 1973, la traducción de Lorca y Juan Ramón por Robert Bly marcó el final de una época.

Weinberger recapitula las imágenes sucesivas o superpuestas de Lorca en Norteamérica: víctima de la guerra civil española (y víctima en general), poeta dionisíaco del duende (frente a lo apolíneo protestante), modelo de la ciudad alienante para los poetas bohemios de los años sesenta, ejemplo y aliento para los poetas gays «in the closet» por la complejidad contradictoria de la «Oda a Walt Whitman», el primero de los Otros que buscó la contracultura de los sesenta; por último, la «pure sexiness of the handsome, tragic, romantic poet, cut down in his relative youth by the enemies of poetry» (11).

A. S. O.—Universidad de Granada

(1) Cf. Nigel Dennis Nigel Dennis, Vida y milagros de un manuscrito de Lorca: en pos de Poeta en Nueva York, Santander, Sociedad Menéndez Pelayo, Conferencias y Discursos, 2000.

(2) NYPL, Biblioteca Nacional, Acción Cultural Española, La Caixa, Ver el folleto Back Tomorrow Poet in New York, Nueva York, New York Public Library, 2013, donde se recogen cumplidamente todos los créditos y gratitudes, que son muchas.

(3) A cargo de C. M. y A. S. O.

(4) Además, dentro de los programas de la NYPL se llevó a cabo una serie de conferencias por los escritores en residencia Sharonah Fredrick, Melcion Mateu y
J. K. Fowler. En la página del programa (cf. n. 5) puede consultarse la aplicación multimedia Streets and Dreams, creada por C. Maurer, que permite ver la topografía citada en Poeta en Nueva York sobre un mapa de Manhattan en 1930.

(5) Ver Lorca in New
York: a Celebration,
5 april-21 th july, 2013
www.LorcaNYC.com. También Claudio Iván Remeseira atendió a los acontecimientos en su foro de debate electrónico Hispanic New York.

(6) Aunque gran parte de ellos puede seguirse en la red a través de la emisora de radio ARTonAIR.org asociada a la Clockwork Gallery http://artonair.org/series/radio-lorca. Así «After Lorca: A Day of Poetry and Performance»
1 de mayo, teatro del Graduate Center de CUNY, con una decena de participantes, mientras el Poetry Project en Saint Mark´s Church organizó una lectura con muy ilustres participantes: Frederic Tuten, Paul Auster. El programa «Live from the NYPL: Celebrating Federico García Lorca», donde Paul Holdengräber reunió las voces de Philip Levine, Tracey K. Smith, Paul Muldoon, Will Keen, John Giorno, Christopher Maurer, Laura García Lorca, Patti Smith, puede oírse además en http://www.nypl.org/events/live-nypl. A su vez el Instituto Cervantes contribuyó organizando conciertos y conferencias y proyectando películas.

(7) Apocryphal Lorca. Translation, Parody, Kitsch, Chicago y Londres, The University of Chicago Press, 2009.

(8) Hasta veinte «Shades of green» ha juntado en Federico García Lorca, Gypsy Ballads, translated and introduced by Jane Duran and Gloria García Lorca... Londres, Enitharmon Press, 2011, pp. 36-48.

(9) Ángel del Río, «Poeta en Nueva York: pasados veinticinco años» en Estudios sobre literatura contemporánea española, Madrid, Gredos, 1966, p. 258.

(10) Cuya relación con Lorca se remonta también a la Guerra Civil.

(11) El segundo de los acontecimientos que tuvo lugar en el King Juan Carlos I Center, el 18 de abril, fue «Writing in New York/ New York in Writing», por parte de la Maestría en Escritura Creativa en Español a cargo de Lila Zemborain y Antonio Muñoz Molina; este último, escritor en residencia y profesor del curso, leyó su crónica de la exposición «El viaje de Lorca» («Vivó hasta el final en la luz de aquel viaje»).Se publicó en el periódico El País, 20 de abril de 2013. Los estudiantes del curso Carolina Maurer, Gloria Esquivel, Claudio Carvajal, Claudia Mora, Francisco Díaz, Nuria Mendoza, Daniela Ramírez, Jorge Miguel Rivera, Keila Val, Lissi Sánchez, Enrique Vinter y Josani Morales leyeron sus versiones de Nueva York con acentos procedentes de todo el ámbito hispánico. Por otro lado, toda esta información podrá verse más por extenso en el catálogo virtual de esta exposición, pensado para su futura itinerancia —por lo pronto a México y a Miami— y enriquecido con tres ensayos de Andrew A. Anderson, Luis García Montero y Martín von Koppenfels.