INSULA 60 años después: Las literaturas del exilio republicano español de 1939. Número 627. Marzo 99
 
 

MANUEL AZNAR SOLER /
LAS LITERATURAS DEL EXILIO REPUBLICANO ESPAÑOL DE 1939: EL ESTADO DE LA CUESTIÓN



En este año 1999 conmemoramos el 60 aniversario del inicio del exilio republicano español de 1939. En efecto, tras su derrota en una guerra civil provocada por la sublevación militar fascista que el 18 de julio de 1936 encabezó el general Franco y que causó un millón de muertos, aproximadamente medio millón de republicanos españoles, de antifascistas cautivos y desarmados, hubieron de atravesar en febrero de 1939 la frontera francesa (Lloréns, 1976; Rubio, 1977) (1). Medio millón de republicanos españoles que huyeron así de la feroz represión de los vencedores para seguir defendiendo en tierras europeas o americanas la causa de la libertad y de la democracia, de unos valores culturales y éticos simbolizados por el gobierno legítimo de la II República y por una bandera tricolor a la que la inmensa mayoría de nuestros exiliados se mantuvo fiel hasta su muerte.

En 1939 se produjo una ruptura de nuestra tradición cultural porque la mayoría cuantitativa y cualitativa de la intelectualidad española, de los protagonistas de ese proceso histórico que hemos convenido en llamar la Edad de Plata de la cultura española (Mainer, 1981), se mantuvo fiel a la causa republicana. Una fidelidad ejemplar por la que aquellos españoles fueron condenados a la trágica experiencia que implica cualquiera suerte de exilio. Ahora bien, cuando hablo de este exilio «hablo del exilio verdadero, de aquel que un hombre no buscó pero se vio obligado a seguir (en rigor, no hay autoexilio) para no verse emparedado entre la prisión y la muerte» (Sánchez Vázquez, 1997, p. 45). Un exilio republicano, una cultura y unas literaturas que la dictadura franquista condenó políticamente, entre 1939 y 1975, al silencio y al olvido.

Franquismo y literatura republicana (1939-1975)

La obra literaria del exilio republicano español fue, durante los años cuarenta, muy superior estéticamente a la publicada en la España franquista. No cabe duda de que los célebres versos del poema «Hay dos Españas», incluido en su libro Ganarás la luz, que León Felipe publicó en 1943 ya durante su destierro mexicano («Soldado, tuya es la hacienda, / la casa, / el caballo / y la pistola. / Mía es la voz antigua de la tierra. / Tú te quedas con todo y me dejas desnudo y errante por el mundo… / Mas yo te dejo mudo… ¡mudo! / y ¿cómo vas a recoger el trigo / y a alimentar el fuego / si yo me llevo la canción?»), respondían a una realidad histórica y venían a constatar la superioridad ética y estética de la España peregrina, de aquella España del éxodo y del llanto que, según el poeta, se había llevado en 1939 la canción, unos versos cuyo sentido se apresuró a rectificar el propio León Felipe en 1959 al prologar Belleza cruel, libro poético de Ángela Figuera Aymerich (Aznar Soler, 1997, pp. 111-112). En rigor, la concesión a Juan Ramón Jiménez del premio Nobel de literatura en 1956 significaba implícitamente el reconocimiento a la calidad ética y estética de nuestro exilio republicano. Y como México y Buenos Aires fueron, no sólo durante los años cuarenta sino durante muchos más, las capitales editoriales de la literatura española, esa obra impresa de nuestro exilio cultural fue, por su magnitud e importancia, inventariada muy pronto (Amo-Shelby, 1950) o descrita en síntesis panorámicas (Martínez, 1959; Zelaya Kolker, 1985; Zueras, 1990).

Pero el desconocimiento en la España franquista de la literatura republicana fue durante muchos años prácticamente total y absoluto y, debido a la inexistencia de libertades democráticas, fracasó el intento de construir, a inicios de los años cincuenta, un primer puente de diálogo entre la tímida oposición antifranquista representada en febrero de 1953 por el Aranguren de «La evolución espiritual de los intelectuales españoles en la emigración» y el exilio republicano (Aznar Soler, Guaraguao, 1997, pp. 95-110). Porque para nuestro exilio republicano aún estaban completamente abiertas las heridas de la guerra civil, aún demasiado viva la memoria colectiva y todavía nuestros desterrados se aferraban por entonces a su penúltima esperanza de un regreso digno a una España democrática. Pero la realidad pura y dura era que el exilio iba para largo porque, favorecida por los intereses estratégicos de la política internacional de Estados Unidos en el contexto de la llamada «guerra fría» contra la Unión Soviética, la dictadura franquista no iba a desaparecer tras la victoria aliada durante la segunda guerra mundial, que había significado lógicamente el ocaso del nazismo hitleriano y del fascismo mussoliniano. Por el contrario, Franco —Caudillo de España y General-ísimo nada menos que por la gracia de Dios— recibía el apoyo de Estados Unidos (¡Bienvenido, Míster Marshall!) como campeón del anticomunismo internacional a cambio del establecimiento de bases militares norteamericanas en nuestra tierra. El exilio de los des-terrados republicanos, de aquellos «refugiados» antifascistas que habían combatido en la Resistencia por la libertad no sólo de Francia sino también de España, iba, por tanto, para largo, y, en este sentido, no deja de ser muy significativo que precisamente entonces un filósofo como José Gaos (1954 y 1966) acuñase el concepto de «transtierro» para referirse a la situación histórica de unos exiliados republicanos que ya empezaban a resignarse mayoritariamente a tener que deshacer las maletas y a asumir que la esperanza en un pronto regreso a una España democrática no era sino música celestial.

Pero a pesar de su prohibición por la censura, la literatura republicana, gracias a la complicidad de algunos libreros, fue siendo conocida progresivamente durante los años sesenta por una minoría lectora de la oposición antifranquista. Revistas como Índice, Ínsula, Papeles de Son Armadans y Primer Acto o un suplemento literario como el del diario madrileño Informaciones fueron publicando ocasionalmente textos de algunos escritores exiliados, nombres por entonces míticos de esa España peregrina (Albornoz, 1972), de esa España ausente (Umbral, 1973), inevitablemente idealizada por la distancia y el desconocimiento. El libro pionero en la reconstrucción de esa memoria histórica de nuestra literatura republicana es, sin duda, el de José Ramón Marra-López, publicado en 1963 por la editorial madrileña Guadarrama con el título eufemístico de Narrativa española fuera de España (1939-1961). Un libro insólito porque —como en el caso del estudio publicado en 1974 por Rafael Martínez Nadal sobre la entonces inédita El público, de Federico García Lorca, que apareció en la editorial mexicana Joaquín Mortiz, es decir, en la editorial del exiliado republicano español Joaquín Díez-Canedo— analizaba la obra narrativa de unos autores que, en su inmensa mayoría, estaban prohibidos y, por tanto, no podían leerse en aquella España franquista. Narrativa exiliada —la de Francisco Ayala, Max Aub o Ramón Sender, por citar los nombres de mayor prestigio— cuyo estudio interesó también entonces a Rafael Conte (1969 y 1970) y a Eugenio de Nora (1970). Sin embargo, fue Vicente Lloréns —un exiliado republicano que ya había publicado en 1954 (segunda edición, 1968) una magistral investigación sobre Liberales y románticos. Una emigración española en Inglaterra (1823-1834)— quien acertó a trazar el primer «Perfil literario de una emigración política» (1974) cuando ya el dictador era un viejo enfermo y moribundo cuya agonía se prolongó hasta el 20 de noviembre de 1975.

Sociedad democrática y literaturas del exilio republicano (1975-1998)

No por casualidad, en 1976 se publicaba el primer tomo de una obra colectiva, titulada El exilio español de 1939, coordinada por José Luis Abellán, autor ya de un libro sobre la filosofía española exiliada en América (1967 y 1998). Entre 1976 y 1978 aparecerán sus seis tomos como resultado de un proceso de trabajo que se inicia en 1973 con objeto de reconstruir la historia del exilio republicano español de 1939, una historia que, en palabras escritas en la «Presentación general» por su coordinador, «nos parecía una laguna vergonzosa en nuestra bibliografía» (1976, p. 13). La obra se plantea como «la primera historia de conjunto sobre el exilio español de 1939» (Abellán, 1976, p. 19) y viene a combatir el silencio y el olvido dominantes, pues, «desde luego, la mayoría de la juventud española sigue ignorando la trascendencia humana e intelectual de esa gigantesca diáspora» (Abellán, 1976, p. 18). Y en 1976, desde luego que no por casualidad, Vicente Lloréns es el autor de la primera síntesis de conjunto sobre La emigración republicana de 1939, un exilio sin parangón entre los muchos exilios de nuestra historia porque «nunca en la historia de España se había producido un éxodo de tales proporciones ni de tal naturaleza» (1976, p. 99). En el tomo tercero (1976) se estudian las revistas culturales y literarias, tanto en Hispanoamérica (Andújar) como en Francia (Risco). Pero es el tomo cuarto (1977) el que se consagra íntegramente a la literatura en lengua castellana, cuya historia se analiza por géneros: poesía (Albornoz), narrativa (Sanz Villanueva), teatro (Doménech) y ensayo y crítica (Gullón). No olvidemos, sin embargo, que en 1939 se exilian las literaturas españolas (AA. VV., 1995), un plural que remite a las cuatro lenguas de la República literaria española: castellana, catalana (Manent, 1976; Campillo, 1995; Férriz Roure, 1997 y 1998) —incluida la variante dialectal que, desde la convicción científica de la unidad de la lengua catalana, hemos convenido en llamar «valenciano» (Cortés, 1993 y 1995)—, gallega (Alonso Montero, 1995; Maceira, 1995; Riveiro, 1995) y vasca (AA. VV., 1994; Ascunce, 1994; Aulestia, 1992; Zabala, 1995). Por ello, el tomo sexto y último de esta obra colectiva (1978) se dedica a dichas literaturas: catalana (Riera Llorca y Manent), gallega (Martínez López) y vasca (Ugalde). Como en este mismo número de Ínsula colaboran José Ángel Ascunce, Xosé Luis Axeitos y Maria Campillo sobre las literaturas de sus lenguas respectivas, voy a intentar resumir el estado de la cuestión de la literatura del exilio republicano español de 1939 en lengua castellana.

El conocimiento, edición e investigación de nuestra literatura exiliada de 1939 ha aumentado sustancialmente en la sociedad democrática española entre 1975 y 1998, aunque digamos con toda claridad que sigue siendo aún absolutamente insuficiente. Bien es cierto que disponemos ya de valiosos estudios monográficos sobre los más importantes escritores exiliados, cuyas referencias bibliográficas quedan fuera de este trabajo por razones obvias. Pero no es menos cierto que, al margen de síntesis valiosas sobre su cultura (Abellán, 1983) y literatura (Blanco Aguinaga et altri, 1979; Grillo, 1996; Velilla Barquero, 1981, este último de índole más esquemáticamente escolar), carecemos de una historia literaria que actualice las primeras aproximaciones génericas de 1977, aunque no deban desdeñarse las meritorias y sucesivas aportaciones de diversos investigadores sobre ensayo (Caudet, 1997), novela (Soldevila, 1980; Sanz Villanueva, 1984; Rodríguez Plaza, 1986), poesía (García de la Concha, 1987) o teatro (Oliva, 1989).

Pero la investigación se ha orientado muchas veces geográficamente y, en este sentido, la hegemonía corresponde a nuestro exilio republicano en México (Taifa, 1997) porque, en palabras de Claudio Guillén, si es verdad que «aquel exilio, el más importante en la historia de la cultura española desde la expulsión de los judíos, ha sido objeto de estudios detenidos y lo seguirá siendo durante muchos años», no es menos cierto que «nada más destacable que la «España peregrina» en México, país que acogió, generoso, «a unos 20.000 refugiados» (Guillén, 1995, p. 165), gracias sobre todo a la inteligente política del general Lázaro Cárdenas, por entonces presidente mexicano. Pues bien, si en 1979 se celebró el cuarenta aniversario del inicio del exilio republicano español de 1939, no se desaprovechó aquella ocasión histórica para expresar públicamente el debido reconocimiento mutuo entre México y España (Fagen, 1976; León Portilla, 1978). Así, el Ateneo Español de México, presidido entonces por Eulalio Ferrer Rodríguez, programó en el Distrito Federal una serie de actos en Homenaje a México (AA. VV., 1983), entre los cuales cabe destacar el Encuentro de Poetas —con las intervenciones de Juan Gil-Albert, Octavio Paz y Ramón Xirau—, una Exposición de Obra impresa, otra de Obra plástica y varias Mesas redondas sobre temas de ciencia, arte y humanidades (Aznar Soler, 1997). Además, en la Plaza de la República del puerto de Veracruz se conmemoró el XV aniversario de la llegada a México, a bordo del Sinaia, de los primeros exiliados republicanos (Sánchez Vázquez, 1997). Por parte mexicana, la voluntad de realizar «un recuento del aporte de los españoles republicanos que llegaron exiliados al país a resultas de la guerra civil» (AA. VV., 1982, p. 7) está en el origen de una obra colectiva titulada El exilio español en México, 1939-1982, prologada por el propio presidente mexicano José López Portillo y en donde es de justicia resaltar, además de otros trabajos valiosos (Colina, 1982; Suárez, 1982), el excelente panorama crítico de nuestras letras exiliadas en México realizado por Arturo Souto Alabarce, hijo del pintor Arturo Souto y miembro muy cualificado de la llamada «segunda generación» o «generación hispano-mexicana», interesado posteriormente en estudiar tanto la relación entre los escritores españoles transterrados y la Universidad Nacional Autónoma de México (1989) como la imagen de México y su reflejo artístico en la obra de nuestro exilio republicano (1998). Una «segunda generación» cuya voz poética ha sido antologada (Rivera, 1990) y cuya obra literaria ha merecido también un estudio específico (Mateo Gambarte, 1996 y 1997).

Pero si hemos constatado iniciativas de política cultural protagonizadas por el gobierno mexicano, sería injusto silenciar las desarrolladas por los gobiernos de la España democrática. En este sentido, como un gesto simbólico cargado de significación política cabe interpretar la decisión del Ministerio de Cultura del gobierno del PSOE de organizar en diciembre de 1983 una ambiciosa exposición sobre El exilio español en México, primero en Madrid y luego en Barcelona, cuya memoria permanece a través de la edición de sendos valiosos catálogos (AA. VV., 1983 y 1984). Pero al margen de iniciativas políticas, las aportaciones más valiosas han procedido, lógicamente, del ámbito universitario, sean sobre revistas culturales y literarias (Caudet, 1992) o sobre los poetas españoles exiliados en México (AA. VV., 1995).

Mucho menor relieve alcanza hasta la fecha el estado de la cuestión investigadora sobre otros ámbitos geográficos de América, salvo excepciones contadas como Argentina (Zuleta, 1983 y 1986-1987), Cuba (Domingo y González, 1998) o Puerto Rico (AA. VV., 1991). Y menor fortuna aún ha tenido Europa, en donde de nuevo la excepción que confirma la regla viene protagonizada por Francia, desde los campos de concentración (Hispanistica XX, 1989) a la política (Alted Vigil, 1993), la prensa (Dreyfus-Armand, 1994) o la poesía (Salaün, 1996), sin olvidar las aportaciones colectivas de sendos congresos celebrados en Salamanca (AA. VV., 1996) y Bellaterra (Alted Vigil y Aznar Soler, 1998), incluido en éste un estado de la cuestión de nuestra literatura exiliada (Aznar Soler, 1998).

Por último, hay que constatar la publicación de actas de varios congresos internacionales dedicados parcialmente al exilio republicano español de 1939, como, por ejemplo, los celebrados en Syracuse (Lichtblau, 1988), Pisa (AA. VV., 1988 y 1990) o la UNED de Madrid (Alted-Mateos-Tusell, 1990). Mención especial merece, sin embargo, la conmemoración en 1989 del cincuentenario de nuestro exilio republicano, motivo de celebración de numerosos congresos, simposios, actos y exposiciones en muchos países. En España, con gobierno socialdemócrata del PSOE, uno de los cursos de verano de la Universidad Complutense de Madrid se dedicó a analizar La otra cara del exilio: la diáspora del 39 (AA. VV., 1990), y poco después, entre el 21 y el 25 de noviembre, se celebró en Madrid un simposio internacional sobre El destierro español en América: un trasvase cultural, dirigido por Nicolás Sánchez-Albornoz, a la sazón director del Instituto Cervantes (Sánchez-Albornoz, 1991). A su vez, la Fundación Pablo Iglesias organizó en Madrid una exposición sobre «Cincuenta años de exilio español (1939-1989)» y editó un interesante volumen colectivo sobre el 50º aniversario del exilio español (AA. VV., 1989). Por su parte, la revista Cuadernos Hispanoamericanos dedicó un número monográfico doble a El exilio español en Hispanoamérica (1989). Pero no sólo en España se conmemoró este cincuentenario: en la Universidad norteamericana de Maryland, por ejemplo, se celebró entre el 18 y el 20 de octubre un simposio internacional sobre El exilio de las Españas de 1939 en América: «¿Adónde fue la canción?», del que se editaron actas (Naharro-Calderón, 1991), mientras que en la Universidad de Puerto Rico se desarrolló, entre el 5 y el 8 de noviembre, un congreso sobre Cincuenta años de exilio español en Puerto Rico y el Caribe, 1939-1989, del que, afortunadamente, también se publicaron «Memorias» (AA. VV., 1991). Sin embargo, no puede hacerse un balance excesivamente positivo de los fastos del Quinto Centenario en 1992, aunque algunos gobiernos autonómicos editaron publicaciones específicas (Aulestia, 1992; Cortés, 1993; Ascunce, 1994), y, por parte mexicana, el 14 de octubre de ese mítico 1992 se creó en la Universidad Nacional Autónoma de México una cátedra extraordinaria titulada «Maestros del Exilio Español».

1999, el Gexel y el congreso plural «60 años después: el exilio republicano de 1939»

El Grupo de Estudios del Exilio Literario (GEXEL) es un grupo de investigación, adscrito al Seminario de Literatura Española Contemporánea del Departamento de Filología Española de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), que se constituyó formalmente el 30 de enero de 1993 y en el que trabajan una veintena de investigadores. Su proyecto colectivo principal es la preparación de un Diccionario bio-bibliográfico de los escritores, editoriales y revistas del exilio republicano español de 1939, proyecto en el que trabaja desde octubre de 1994 gracias a una subvención concedida por el Ministerio de Educación y Cultura. Pero la actividad pública más relevante realizada hasta la fecha por el GEXEL ha sido la convocatoria, entre el 27 de noviembre y el 1 de diciembre de 1995, del Primer Congreso Internacional sobre El exilio literario español de 1939, que se celebró en el Auditorio de la Facultad de Letras de la UAB y en el que intervinieron más de un centenar de cualificados investigadores. Como demuestran sus dos volúmenes de actas, recientemente publicadas (Aznar Soler, 1998), estos materiales constituyen una valiosa aportación a la bibliografía sobre el tema. Los investigadores del GEXEL, además de las publicaciones propias del Grupo y de haber intervenido en todos los congresos celebrados hasta la fecha sobre escritores exiliados (Max Aub en Valencia-1993; Rafael Dieste en A Coruña-1995; Ramón Sender en Huesca-1995, por ejemplo), han preparado tres números monográficos de revistas interesadas en el conocimiento y la divulgación de nuestra literatura exiliada que, por un verdadero azar, aparecieron simultáneamente en el otoño de 1997: Guaraguao (1997), Ojáncano (1997 y 1998) y Taifa (1997). Por último, el GEXEL, en colaboración con la Asociación Española para el Estudio de los Exilios y Migraciones Ibéricos Contemporáneos (AEMIC), convocó los días 19 y 20 de febrero de 1998 en nuestra UAB un Seminario Internacional sobre Literatura y cultura del exilio español de 1939 en Francia, cuyas actas aparecieron antes de su inauguración (Alted Vigil y Aznar Soler, 1998).

Este año 1999 se conmemora el 60 aniversario del inicio de nuestro exilio republicano de 1939 y el GEXEL, fiel al compromiso asumido durante la clausura de aquel Primer Congreso Internacional de 1995, ha convocado desde la primavera de 1998 su Segundo Congreso Internacional, porque queremos que esta fecha histórica de 1999, en el umbral ya del siglo xxi, sirva para estimular la investigación sobre un capítulo fundamental de nuestra historia y de nuestras literaturas del siglo xx. La novedad de esta convocatoria residía en que esta vez se trataba de una convocatoria abierta a un congreso plural denominado genéricamente 60 años después: el exilio republicano de 1939, al que el GEXEL —únicamente promotor y coordinador del proyecto— invitaba a sumarse a todas las universidades e instituciones interesadas. Pues bien, la respuesta obtenida ha desbordado nuestras mejores expectativas y hoy podemos anunciar con el natural orgullo que ese congreso plural que en la primavera de 1998 se planteó como una bella utopía va camino de convertirse a lo largo de 1999 en una hermosa realidad tricolor. Porque, en efecto, este congreso plural se celebrará durante este año 1999 en las siguientes autonomías, que menciono por orden cronológico: Galicia (Santiago de Compostela: 16-18 de marzo); Andalucía (Andújar: 12-13 de abril; Granada: 14-16 de abril); País Vasco (Gernika: 28-30 de abril; Donostia: 9-12 de noviembre); Asturias (Oviedo: 14-15 de octubre); Aragón (Huesca: 28-30 de octubre); La Rioja (Logroño: 2-4 de noviembre); Castilla y León (Salamanca: 18-19 de noviembre); Madrid y Castilla-La Mancha (Madrid, Alcalá de Henares y Toledo: 22-27 de noviembre); País Valenciano (Valencia y Segorbe: 1-4 de diciembre); Cantabria (Santander: segunda semana de diciembre) y Catalunya (Bellaterra y Girona: 13-17 de diciembre), con clausura prevista el sábado 18 de diciembre en el pueblo francés de Collioure, el lugar mítico de nuestra memoria colectiva donde está enterrado Antonio Machado. Como cada comité organizador ha asumido el compromiso de editar sus propias actas, podemos afirmar con toda seguridad que esta serie de volúmenes van a constituir en el futuro siglo xxi una referencia bibliográfica obligatoria para todas las personas interesadas en el conocimiento de la historia cultural y literaria de nuestro exilio republicano de 1939, un capítulo fundamental de la historia española del siglo xx.

M. A. S.—UNIVERSITAT AUTÒNOMA DE BARCELONA

(1)  Todas las referencias bibliográficas remiten a la «Bibliografía selecta sobre las literaturas del exilio republicano español de 1939», que aparece en las páginas centrales de este mismo monográfico.

 
 
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