Este mes
de noviembre, Juan Marsé regresa a la revista ÍNSULA con los
honores propios que le corresponden a todo un Premio Cervantes, el
primero que recibe un escritor nacido en Cataluña que ha compuesto
su obra en castellano, aun cuando, hasta donde sabemos, estos
premios no se distribuyen por comunidades autónomas. Pero Marsé
tiene también en su haber otros reconocimientos literarios
prestigiosos, tales como el Premio Biblioteca Breve (Últimas tardes
con Teresa), el de la Crítica, por partida doble (El embrujo de
Shanghai y Rabos de lagartija), el Nacional de narrativa (Rabos de
lagartija) y los internacionales Aristeion Europeo de Novela (El
embrujo de Shanghai) y Unión Latina 1998, además del mexicano
Premio Juan Rulfo al conjunto de su obra.
Cuando
nuestro autor era un joven de 24 años, que apenas había publicado
nada —su primera novela, Encerrados con un solo juguete, data
de 1960— la escritora, crítica literaria y traductora Paulina
Crusat lo animó a colaborar en esta revista, en la que luego
aparecieron dos cuentos suyos: «Plataforma posterior» (1957) y «La
calle del dragón dormido» (1959). El caso es que Berta Carbó, la
madre de Marsé, cuidaba de la progenitora de Paulina Crusat, quien
entonces vivía en Sevilla, y debió de hablarle de aquel hijo suyo
que escribía. Ella se ocupaba en ÍNSULA de la literatura catalana y
no sólo le abrió a Marsé las puertas de la publicación, sino que
también lo animó a presentarse al Premio Sésamo, que obtuvo con el
cuento «Nada para morir», recogido luego en el semanario Destino (2
de mayo de 1959).
Sea como
fuere, la vocación literaria de Marsé aparece ligada a la llamada
Escuela de Barcelona, la facción barcelonesa del grupo de los 50 si
prefieren esta otra etiqueta, debido a sus vínculos, sobre todo,
con Jaime Gil de Biedma y Carlos Barral. Al primero como mentor, en
el arranque de esa vocación literaria, y como amigo durante el
resto de su vida; y al segundo por ser Barral el editor que creyera
en sus primeras novelas en unos momentos en que necesitaba ser
apoyado.
Pero no
queremos dejar de recordar a otra persona que ha sido decisiva en
la difusión de su obra: la agente literaria Carmen Balcells, amiga
personal, además, del escritor, a quien ella mima y protege, como a
casi ningún otro.
La ya
dilatada trayectoria literaria de Juan Marsé ha sido múltiple, pues
ha cultivado con fortuna la novela, el cuento y el retrato
literario, pero también ha trabajado como periodista, en la
inolvidable revista Por favor, y guionista de cine. Sus exhaustivos
conocimientos sobre cine son comentados en este número en un
trabajo de Jean-Claude Seguín.
El resto
de los artículos que aquí se recogen se ocupan de la concepción del
realismo en Marsé y del decisivo Coloquio de 1963 sobre Realidad y
Realismo (Juan Rodríguez y Jordi Amat); del papel de la memoria
(Juan Vila); de sus primeras novelas, Encerrados con un solo
juguete y Esta cara de la luna (Laureano Bonet y Javier Quiñones);
así como de la relación de nuestro autor con Cervantes (Marcos
Maurel); sin olvidar la presencia de los niños en su narrativa, y
ello en comparación con el papel que desempeñan en Galdós (Teresa
Barjau y Joaquín Parellada); o el personal castellano que utiliza
(Joan Estruch Tobella); la nostalgia que contiene El embrujo de
Shanghai (Cecilio Alonso) y la función que desempeñan las aventis
en su obra (Fernando Valls). Por último, a lo largo de la extensa y
distendida conversación que mantuvimos con él, nos proporciona
nuevas pistas para entender mejor su escritura, su mundo literario,
sus lecturas...
El autor
ha confesado que ahora se encuentra trabajando en su nueva novela,
cuyo título provisional es Aquel muchacho, esta sombra, aunque
nunca le haya gustado demasiado hablar de sus libros mientras los
estaba escribiendo. Marsé sigue en activo, y aun así, ya es posible
afi rmar, con escaso margen de error, que se ha convertido en uno
de los pocos autores imprescindibles para entender lo que ha sido
la prosa narrativa en castellano, el arte de contar, durante la
segunda mitad del siglo XX.
L. B. Y
F. V.—UNIVERSIDAD DE BARCELONA Y UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE
BARCELONA
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